Método KiVa: cuando el cambio hacia un ambiente escolar sin violencia empieza en quienes observan
El acoso escolar es una realidad cotidiana con consecuencias graves. Este artículo expone el programa KiVa, que, elaborado en Finlandia, se centra en los testigos y no en el acosador ni en la víctima, para crear entornos donde se rompe de raíz el círculo de violencia.
La violencia escolar es tan común, tan cotidiana, que quizá todos y todas tenemos la experiencia directa de sus efectos. Hemos visto casos extremos en los medios y, probablemente, también hemos sentido y visto más cerca de lo que quisiéramos, el temor, la tristeza o la angustia de un niño o niña víctima de este tipo de agresiones.
Según la UNESCO, el acoso escolar tiene consecuencias graves y duraderas en la vida de niñas, niños y adolescentes, afectando su salud mental, bienestar emocional y rendimiento académico. Las víctimas de acoso escolar tienen el doble de probabilidades de sufrir soledad severa, insomnio y pensamientos suicidas. Además, el acoso afecta la participación continua en la educación. Los estudiantes acosados con frecuencia tienen más probabilidades de sentirse excluidos y de querer abandonar la escuela después de terminar la educación secundaria.
A pesar de las muchas iniciativas para tratar de controlar la violencia en las escuelas, los reportes de bullying en nuestro país aumentaron un 205% en 2024 en comparación con 2019, de acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México. La secundaria se ha convertido en el principal escenario de este problema, concentrando el 45% de los casos, seguida por la primaria con un 27% y los niveles de educación superior con un 17%.

Las formas de violencia son diversas y profundas: violencia física (29%), violencia verbal (26%), violencia psicológica (14%), acoso sexual (12%) y exclusión social (6%). A esto se suma el crecimiento preocupante del acoso en redes sociales, que ya afecta al 11% de niñas, niños y adolescentes, extendiendo el daño más allá de las aulas.
El 55% de las víctimas son mujeres adolescentes y casi la mitad tiene entre 12 y 15 años, un grupo especialmente vulnerable. Geográficamente, la Ciudad de México concentra el 74% de los casos, con focos críticos en Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón, aunque también se reportan cifras altas en estados como Puebla, Veracruz, Querétaro y Durango.
Frente a este panorama, se vuelve urgente replantear las estrategias de prevención y atención del acoso escolar. Uno de los programas más exitosos para combatir la violencia escolar se llevó a cabo en Finlandia en 2006, con una perspectiva que no sólo contempla a quienes agreden o son agredidos, sino a los espectadores de las agresiones, centrándose en ellos para romper el círculo de violencia.
Este programa, llamado KiVa se creó en una alianza entre el Gobierno y la comunidad educativa y revolucionó la forma de entender el bullying, que hasta entonces se centraba en corregir al agresor o proteger al agredido. Pero la psicóloga Christina Salmivalli descubrió algo esencial: las humillaciones del acosador solo cobraban fuerza ante una audiencia que las validaba.
“Una de las razones más profundas del bullying es la necesidad de estatus y visibilidad que algunos estudiantes buscan desesperadamente. Cuando el grupo refuerza el dominio de unos sobre otros, el círculo de violencia se perpetúa” explica Salmivalli.

KiVa se atrevió a romper ese círculo de raíz. Su propuesta es simple pero poderosa: cambiar la cultura de la clase para que los testigos del acoso dejen de ser cómplices pasivos y se conviertan en agentes activos del cambio. Cuando la violencia deja de ser aplaudida, pierde su sentido.
El programa combina acciones generales y específicas. Las generales trabajan de manera preventiva con toda la clase a través de lecciones mensuales que enseñan sobre emociones, respeto, presión de grupo y, sobre todo, sobre el papel que cada estudiante puede desempeñar para detener el acoso. KiVa también se apoya en herramientas como juegos en línea que ayudan a los alumnos a reflexionar y practicar respuestas más empáticas.
Cuando se detecta un caso de acoso, entran en acción las medidas específicas: un Equipo KiVa, integrado por maestros y personal escolar, interviene directamente, habla con víctima y acosadores y da seguimiento puntual. Además, se involucra a compañeros populares para que apoyen a quien ha sido agredido, entendiendo que el respaldo del grupo puede ser una fuerza tan poderosa como antes lo fue la indiferencia.
Más que un proyecto temporal, KiVa busca integrarse de forma permanente en la vida escolar, como un compromiso sistemático de prevención y respuesta. Sus resultados hablan por sí solos: tras implementarlo en 234 colegios con más de 30 mil estudiantes, se erradicó el acoso en casi el 80% de los casos y se redujo en otro 18%.
KiVa nos recuerda algo esencial: el silencio del espectador nunca es neutral. Cambiar las reglas del juego en una escuela, en una comunidad, en una sociedad, empieza muchas veces en quienes deciden no aplaudir el abuso, sino ser agentes activos para convivir en un ambiente de respeto.
Pasos para implementar KiVa en tu escuela

- Formación del personal docente: es esencial capacitar a los maestros y al personal escolar en las estrategias y herramientas de KiVa. Esto incluye identificar casos de acoso, intervenir adecuadamente y fomentar un ambiente escolar positivo.
- Aplicación de lecciones estructuradas: KiVa ofrece materiales específicos para diferentes grupos de edad (6-9, 10-12 y 13+ años). Estas lecciones mensuales abordan temas como empatía, respeto y resolución de conflictos, utilizando juegos, dinámicas y actividades interactivas. Todos estos materiales están disponibles en su sitio web.
- Intervención en casos de acoso: Cuando se identifica un caso de bullying, se forma un equipo KiVa para intervenir. Este equipo trabaja con la víctima, el agresor y un grupo de compañeros para resolver la situación y prevenir futuras incidencias.
- Supervisión y seguimiento: el programa incluye herramientas en línea para monitorear la implementación y efectividad de las acciones tomadas. Se realizan encuestas anuales para evaluar el ambiente escolar y ajustar las estrategias según sea necesario.
- Participación de las familias: KiVa promueve la colaboración con los padres, proporcionándoles información y pautas para identificar y abordar el acoso escolar desde el hogar.