Entrevista con Cristina Rivera Garza
En HABLA Summit 2025, la escritora Cristina Rivera Garza, ganadora del Pulitzer 2024, compartió con profundidad, humor y lucidez las raíces de su vocación literaria y su visión sobre la educación, la escritura y la potencia transformadora de la palabra. Su presencia fue uno de los momentos más bonitos del encuentro.
En esta entrevista realizada antes de su participación en HABLA Summit 2025, la escritora Cristina Rivera Garza compartió, los orígenes de su escritura, su relación con la ficción, la lectura, la enseñanza y la educación como fuerza transformadora.
Cuando le preguntamos en qué momento de su vida descubrió que le gustaba escribir, Cristina regresó a las carreteras de su infancia. Recordó los viajes largos en familia, en coches sin radio, donde el silencio pedía ser llenado. “Había que imaginarse cosas para no morir de aburrimiento”, dijo con una sonrisa. Antes de la escritura como oficio, existió la necesidad de construir historias para crear sentido. “Creo que si no la escritura estrictamente, sí la necesidad de construir historias para producir sentido... por ahí está la semilla.”
¿Qué ocurre entre la realidad y la ficción cuando una escritora escribe? Para ella, esa frontera nunca es fija. “Ambas son experiencias materiales, pero tienen distinto tipo de energías.” Lo que importa es entender que escribir no es solo traducir lo vivido, sino transformarlo. Cristina lo dijo con claridad: “Más que ir simplemente a poner tu experiencia en palabras, producir una ficción implica la producción de otro mundo.” En esa diferencia —pequeña en apariencia, gigantesca en fondo— se juegan, según ella, “cuestiones de honestidad, cuestiones de política y la potencialidad de transformación”.
Su obra reciente, afirmó, cruza de un lado a otro entre ficción y no ficción, desdibujando fronteras. Citó al psicoanalista Néstor Brownstein para explicar por qué: “Si algún escrito contenía memoria… ese escrito ya era ficción.” La memoria necesita hilvanar fragmentos, inventar puentes, dotar de forma lo que sería, de otro modo, inasible. La ficción, entonces, no es un escape: es el mecanismo que permite comprender.
Cristina se definió como “una lectora voraz”, alguien que encuentra en la poesía un territorio donde el lenguaje se arriesga. “En la poesía es donde se llevan a cabo experimentos valientes y arriesgados.” También lee teoría, “Leo teoría como una especie de apoyo para concatenar cosas del mundo que a veces me resulta difícil entender.”
Además de escribir y leer, Cristina enseña. Su primer trabajo formal fue dar clases en la UNAM, y aún hoy lo considera una de sus actividades más significativas. “Hay algo realmente poderoso, mágico incluso… espiritual también que ocurre en un salón de clases cuando ese salón de clases es horizontal.” Para ella, enseñar es encontrarse con otros en un espacio donde todos están ahí para aprender, donde existe plasticidad y voluntad. “Yo creo que es uno de los mejores lugares del mundo”, afirmó.
Cuando la conversación giró hacia la educación como estrategia para reducir la violencia, Cristina respondió sin dudar: “Tiene toda la potencia.” Si logramos generar pensamiento crítico, explorar relaciones profundas y ejercer la conversación —“esa gran virtud”— junto con la autocrítica, entonces sí existen semillas para un mundo distinto al que habitamos.
Al final de la entrevista, imaginó cómo sería su mundo ideal: un mundo donde la exploración no estuviera limitada, sino incentivada en todo momento; un mundo donde la ganancia y las jerarquías del poder no determinaran la vida cotidiana; un mundo donde “la creatividad y la crítica formaran parte de nuestra vida cotidiana, del amanecer hasta el anochecer.”





