Diálogo Universitario: Reconstruyendo Puentes en Tiempos de Polarización
Para responder a un mundo cada vez más polarizado, muchas universidades en Estados Unidos han recurrido al diálogo y la escucha activa como herramientas clave para fomentar la empatía, aliviar conflictos y reconstruir la cohesión social.

La invasión israelí en Gaza y el conflicto con Hamás han desatado una profunda división social en Estados Unidos, especialmente en los campus universitarios. Protestas, contraprotestas y debates encendidos sobre estos eventos han creado tensiones palpables entre estudiantes, profesores y comunidades. En este clima polarizado, muchas universidades han optado por una solución simple pero poderosa: el diálogo. Esta estrategia busca no solo calmar los ánimos, sino también fomentar la comprensión mutua y reconstruir puentes en comunidades fragmentadas.
En universidades como Columbia, Duke y Binghamton, iniciativas de conversación y programas de diálogo han sido implementados con resultados prometedores. En Columbia, por ejemplo, las “mesas de escucha” se han convertido en espacios donde estudiantes y profesores pueden compartir perspectivas sobre el conflicto israelí-palestino. Moderadas por académicos como el Dr. Scott Barry Kaufman, estas mesas han permitido abordar temas delicados en un ambiente controlado, aunque no exento de tensiones. Momentos de confrontación, como un intercambio sobre la definición de genocidio, han puesto a prueba los límites de la escucha activa, pero también han subrayado la importancia de cultivar empatía y respeto.
Duke, por su parte, ha desarrollado el Proyecto de Discurso Civil, cuyo enfoque está en fomentar discusiones que reconozcan la dignidad del otro, incluso en desacuerdos profundos. En un contexto donde los estudiantes a menudo evitan expresarse por temor a represalias, esta iniciativa busca abrir un espacio seguro para el intercambio de ideas. Mientras tanto, en la Universidad de Binghamton, talleres sobre “Principios de conversación” están integrando estas habilidades desde el primer año, sentando las bases para discusiones más constructivas a lo largo de la vida universitaria.
Aunque estas estrategias no están exentas de críticas, los aprendizajes son significativos. Programas como Dialogue Vanderbilt han evidenciado que, aunque los asistentes iniciales suelen ser los “pacificadores” y no los activistas más acérrimos, los participantes tienden a desarrollar una mayor apertura hacia puntos de vista diferentes. Esto, aunque anecdótico, sugiere que el diálogo puede ser una herramienta poderosa para transformar la polarización.
La importancia de abordar estas divisiones va más allá del ámbito académico. En un mundo interconectado, aprender a escuchar y entender a quienes tienen opiniones diferentes es crucial para construir sociedades más inclusivas y resilientes. Las universidades, como espacios de formación intelectual y social, tienen un papel clave en esta tarea. En tiempos de crisis, fomentar el diálogo no solo calma las aguas; también sienta las bases para un futuro donde el respeto y la empatía sean los pilares de la convivencia.