Cómo la retroalimentación entre docentes fortalece a los nuevos profesores

En muchos sistemas educativos tradicionales, cuando un nuevo docente se incorpora al aula, lo hace con entusiasmo, pero también con muchas dudas. Suele recibir unas cuantas observaciones formales a lo largo del año, realizadas por directivos o supervisores, y entre cada una de ellas queda solo ante el reto diario de enseñar. Esta dinámica, limitada y a menudo intimidante, deja poco espacio para un crecimiento profesional sostenido y acompañamiento real. Pero ¿qué pasaría si el apoyo viniera de sus propios colegas?

Una estrategia transformadora es la observación entre pares, donde docentes visitan otras aulas, aprenden de lo que observan y ofrecen retroalimentación significativa. Esta práctica fomenta una cultura de colaboración, ayuda a identificar fortalezas compartidas y permite a los nuevos profesores aprender de quienes ya dominan ciertas técnicas. Cuando se hace de manera intencionada y estructurada, no solo beneficia a los docentes, sino que mejora los resultados del alumnado.

Un método útil para facilitar este proceso es el llamado diagrama de piña, un horario simple en el que los profesores indican cuándo están disponibles para ser observados. Aunque su sencillez lo hace accesible, este sistema se vuelve mucho más efectivo cuando se guía con propósito. Por ejemplo, si un profesor novato necesita apoyo en la gestión de transiciones durante clases de matemáticas, se le puede asignar observar a un colega que maneje esa área con éxito. Así, la observación se vuelve más enfocada y útil para el desarrollo profesional.

Otro espacio valioso para este tipo de retroalimentación es la comunidad profesional de aprendizaje (PLC, por sus siglas en inglés). Allí, docentes experimentados comparten anticipadamente una lección, y los más nuevos practican dar retroalimentación constructiva. Se promueve un enfoque basado en el modelo de “sí, y…”, que refuerza ideas mientras propone mejoras, en lugar de frenar el diálogo con críticas imprecisas. Con el tiempo, estos espacios permiten a los nuevos docentes ganar confianza y voz dentro de su equipo.

Finalmente, la co-observación guiada permite acompañar al docente durante una clase observada, resaltando en tiempo real los elementos clave que hacen efectiva una lección: las rutinas, la preparación, las expectativas. Luego, se comparan notas y se realiza una conversación que refuerza los logros y señala oportunidades de crecimiento.

Transformar la retroalimentación entre docentes no requiere grandes inversiones, sino voluntad y estructura. Cuando se crea una cultura en la que compartir, observar y mejorar son parte del día a día, los nuevos profesores se sienten acompañados, valorados y empoderados. Y cuando ellos crecen, toda la comunidad escolar crece con ellos.