Cómo integrar la IA en proyectos escolares sin perder creatividad

Con la llegada de la inteligencia artificial (IA) al aula, surge una oportunidad clave para potenciar el aprendizaje basado en proyectos (ABP). Sin embargo, también plantea una pregunta esencial: ¿cómo aprovechar la IA sin reemplazar la voz propia del estudiante? La clave está en el uso intencional de estas herramientas para acompañar, no sustituir, el proceso de aprendizaje.

El ABP es una metodología educativa que pone al estudiante en el centro del proceso. En lugar de memorizar contenido, los alumnos investigan y resuelven problemas auténticos, lo que fomenta habilidades como el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad. Bajo este enfoque, los docentes diseñan experiencias significativas donde los estudiantes conectan sus intereses con contenidos académicos, generando productos concretos que pueden compartir con audiencias reales.

El Marco de Alfabetización en IA de Digital Promise ofrece una guía práctica para lograrlo. Este modelo propone tres ejes: entender/usar, evaluar y utilizar la tecnología. En la fase de “entender y usar”, los estudiantes pueden apoyarse en plataformas como ChatGPT, Gemini o Copilot para generar ideas, estructurar guiones o comprender conceptos complejos de manera accesible. Por ejemplo, en una clase de ciencias, el uso de Gemini les permite explicar cómo funciona la energía renovable y convertir esa explicación en una infografía o un video.

En la fase de “evaluar”, la IA se convierte en una herramienta de reflexión crítica. Al generar contenido con IA, los alumnos deben analizar su precisión, identificar sesgos y validar la información con fuentes confiables. Esta práctica, además de fortalecer la alfabetización digital, estimula el pensamiento ético.

Finalmente, en el eje “utilizar la tecnología”, entran en juego herramientas potenciadas por IA como Adobe Express, Descript o Quso.ai. Estas plataformas ayudan a diseñar y editar contenido visual y audiovisual con calidad profesional. Gracias a ellas, los estudiantes pueden refinar sus videos, eliminar muletillas en sus podcasts o mejorar el aspecto visual de sus presentaciones. Así, se convierten no solo en aprendices, sino en creadores digitales con impacto.

El uso consciente de la IA en el aula no es una moda, sino una forma de preparar a las y los jóvenes para un mundo en constante transformación. Integrarla en el aprendizaje basado en proyectos permite mantener la autenticidad del trabajo estudiantil mientras se desarrollan habilidades del siglo XXI. Más allá del producto final, lo esencial es el proceso: aprender a pensar, crear, cuestionar y comunicar. Al hacerlo, formamos estudiantes más preparados, más críticos y más capaces de usar la tecnología para el bien común.