7 hábitos de estudio para que niñas y niños arranquen bien el ciclo escolar

Los hábitos de estudio no solo ayudan a mejorar las calificaciones, sino que son esenciales para que las y los estudiantes comprendan mejor los temas, desarrollen autonomía y aprendan a aprender. Aquí resumimos siete hábitos clave que pueden marcar una gran diferencia.

1. Estudiar sin distracciones
Los dispositivos electrónicos suelen ser enemigos del enfoque. Estudios muestran que incluso una notificación puede afectar seriamente la concentración. Por eso, es fundamental crear espacios de estudio sin celulares, televisión o videojuegos. Una estrategia útil es comparar cuánto tarda una tarea con y sin distracciones: los resultados suelen hablar por sí solos.

2. Enseñar para aprender
Explicar un tema en voz alta, ya sea a otra persona o a uno mismo, fortalece la comprensión. Actividades como enseñar a un amigo o incluso usar herramientas como IA para practicar con preguntas ayudan a detectar errores y consolidar conocimientos.

3. Evitar el estudio de último momento
El famoso “maratón de estudio” previo al examen es poco efectivo. Lo ideal es distribuir el estudio en varios días. Enseñar a usar una agenda y planificar el avance poco a poco permite a las y los estudiantes llegar mejor preparados y menos estresados.

4. Tomar descansos estratégicos
Estudiar por bloques cortos con pausas intermedias mejora la retención. La técnica Pomodoro —25 minutos de estudio seguidos por 5 o 10 de descanso— es una opción sencilla y útil. También se recomienda dividir las tareas en pasos pequeños y manejables.

5. Tomar apuntes con sentido
Copiar todo lo que dice el maestro no es suficiente. Es mejor escribir ideas propias, usar flechas, preguntas y comentarios en los márgenes. Además, revisar y mejorar los apuntes después de clase convierte ese material en una herramienta activa de estudio.

6. Practicar la memoria activa
En lugar de solo releer, se recomienda cerrar los apuntes y tratar de recordar lo aprendido. Las tarjetas de memoria y las preguntas de práctica ayudan a ejercitar la memoria de forma más efectiva. Repetir varias veces lo que se ha aprendido refuerza el recuerdo a largo plazo.

7. Abrazar la dificultad
Estudiar bien no siempre es fácil. Las estrategias más útiles suelen ser las que requieren mayor esfuerzo, como autoevaluarse, organizar mejor los apuntes o enseñar a alguien más. Esa dificultad es señal de que el cerebro está trabajando.

Enseñar estos hábitos desde el inicio puede tener un impacto duradero. Más allá de aprobar exámenes, las y los estudiantes aprenderán a ser más organizados, críticos y autónomos, habilidades que les servirán dentro y fuera del aula.