Más allá de los exámenes: la importancia de aprovechar la información de las evaluaciones
Las evaluaciones son procesos esenciales en la educación, ya que permiten a estudiantes, docentes, directivos escolares, autoridades educativas y familias diagnosticar e identificar las áreas de mayor oportunidad de mejora.

HABLAR de evaluación ha sido un tema tabú en México y en muchas otras partes del mundo, porque los resultados no siempre reflejan los objetivos a los que se busca llegar. Sin embargo, ignorar cómo estamos –para bien o para mal– no ayuda a nadie, pues sólo con información confiable, certera, periódica y útil se pueden determinar los caminos a seguir rumbo a la mejora de la educación.
Las evaluaciones son procesos esenciales en la educación, ya que permiten a estudiantes, docentes, directivos escolares, autoridades educativas y familias diagnosticar e identificar las áreas de mayor oportunidad de mejora. Esta práctica además de proporcionar información valiosa para tomar decisiones informadas y mejorar las prácticas de enseñanza, da la oportunidad a las familias y las comunidades escolares de identificar en qué requieren mayor apoyo las y los estudiantes.
La evaluación educativa debe ser:
Funcional: debe realizarse para cumplir con un propósito, ya que se evalúa para tener información relevante, que permita realizar un juicio y tomar decisiones mejor fundamentadas.
Sistemática: se inserta dentro de un sistema en donde forma parte de otros insumos de evaluación, además de que requiere de organización, control y evidencias de los pasos metodológicos para realizarla.
Continua: se realiza a lo largo de todo un proceso, no sólo al final de un ciclo escolar, sino como una actividad en diferentes momentos y con diferentes propósitos.
Integral: debe incluir aspectos cognoscitivos, psicomotores y afectivos, es decir, las competencias que se busquen desarrollar en el sistema educativo.
Orientadora: debe contribuir a mejorar, guiar y remediar la práctica educativa y la toma de decisiones.
Cooperativa: debe ser un proceso socializado desde su diseño, implementación y valoración.

Las evaluaciones pueden realizarse en distintos momentos del proceso educativo para funciones distintas:
Las evaluaciones iniciales suelen también definirse como diagnósticas, se realizan al comienzo de la etapa educativa (ciclo escolar, programa, curso) y permiten identificar las condiciones iniciales del aprendizaje, es decir, las necesidades y las características de todos y cada uno de los estudiantes.
Las evaluaciones procesuales, que también se conocen como formativas, consisten en la valoración del proceso educativo de los estudiantes a lo largo de un período de tiempo predefinido para valorar si se van alcanzando las metas u objetivos propuestos, así como la forma en como se están alcanzando.
Las evaluaciones al final de la etapa educativa (ciclo escolar, programa, curso), también definidas como sumativas, permiten determinar el grado de aprendizaje alcanzado en cada competencia evaluada con el fin de asignar una calificación.
Además, las modalidades de evaluación también pueden determinarse según los agentes (auto-evaluación, co-evaluación, hetero-evaluación, 360° o integral) o por el tipo (normativa, criterial, etc.). Como no es nuestro objetivo describir todos los tipos de evaluaciones, sino abrir la conversación sobre su utilidad, nos enfocaremos en discutirlas desde dos perspectivas: individuos y sistema.

Evaluación desde una perspectiva de individuos
Si le preguntamos a cualquier persona cómo se siente al ser evaluada, la posible respuesta se relacionará con nerviosismo y ansiedad, pues hay comúnmente un interés y hasta presión en salir “bien” en cualquiera que sea la prueba. Esto será cada vez más común si las evaluaciones son esporádicas y con implicaciones fuertes si no se obtiene el resultado deseado, por ejemplo, reprobar, ser expulsado o recibir algún “castigo”. Por ello, es importante HABLAR de evaluación e intentar cambiar el paradigma actual de que una evaluación sólo es un examen que se debe aprobar.
La evaluación del aprendizaje debe ir más allá de una simple medición de conocimientos y habilidades. Es un proceso formativo que permite a las y los estudiantes formar juicios de valor sobre su propio aprendizaje, tomar decisiones de cómo mejorarlo y, en consecuencia, reconfigurar las bases de su propio trayecto educativo. Si se plantea como herramienta de mejora, puede entonces representar un estímulo para que las y los estudiantes identifiquen y corrijan sus errores, viéndolos no como un tropiezo sino como parte de su proceso de aprendizaje, para proponerse nuevas metas en su desarrollo como individuos.
Además, la evaluación no sólo es una herramienta que ayuda a empoderar a las y los estudiantes, sino que también proporciona información para las y los maestros sobre cómo se reflejan sus prácticas en el salón de clases. Planteando la evaluación como una herramienta útil parte nutrir el proceso de enseñanza-aprendizaje, los docentes pueden también motivarse constantemente a buscar nuevas técnicas y estrategias que les permitan mejorar su práctica en el aula con el fin de mejorar los aprendizajes de sus estudiantes.
Sumado a ello, no debemos olvidar que las evaluaciones también brindan información que puede ser útil para las madres y padres de familia. Sin embargo, aquí hay un paradigma que vale la pena replantear, ya que usualmente la información que reciben en casa sobre el desempeño educativo de sus hijas e hijos se resume en muchos casos a la boleta de calificaciones. En consecuencia, es importante que, así como los docentes han incorporado la evaluación como parte de su proceso de enseñanza-aprendizaje, las familias aprovechen la información recibida para el acompañamiento que brinden a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ).

Al preguntar a madres y padres de familia cómo le va a sus hijas e hijos en la escuela, muchos responden en relación con las calificaciones que reciben mensual, bimestral, semestral o anualmente. Sin embargo, hablar del logro educativo debe ir más allá de esto. Una persona puede ser que tenga buenas calificaciones en un campo formativo o disciplina, pero esto no necesariamente significa que pueda aplicar lo aprendido en situaciones de la vida cotidiana.
Las calificaciones que reciben las NNAJ al finalizar cada ciclo escolar no sólo está compuesto por su rendimiento en exámenes. Usualmente también contarán otros factores como su participación, trabajo en equipo, desarrollo de proyectos, ensayos y hasta asistencia. Entonces, es importante que, como madres, padres y/o tutores, cuando veamos una calificación “baja” analicemos con mayor detenimiento cómo utilizar esta información.
Conversando con un estudiante de preparatoria, compartía que lo que más trabajo le costaba y bajaba sus calificaciones era organizarse para subir sus tareas y trabajos a la plataforma con la que trabajaban en su escuela. Varias veces durante cada semestre terminaba a tiempo sus trabajos, pero se decía “al rato que llegue a casa y tenga conexión a internet, lo subiré”; sin embargo, al llegar a casa lo olvidaba y se le pasaba la hora límite, por lo cual recibía penalizaciones que bajaban su calificación.
En respuesta, su madre y padre al ver sus calificaciones le pedían que estudiara más, sin embargo, ésa no era una estrategia para resolver la problemática de este joven. En su caso, lo que necesitaba era cambiar la estrategia para la entrega de tareas, ya fuera poner una alarma que le recordara subirlas a tiempo, procurar terminarlas en un lugar donde tuviera conexión a internet para subirlas inmediatamente, pedir a alguien en su casa que se lo recordara o hablar con sus profesores para pedir alguna alternativa para la entrega si no contaba con conexión a internet en casa.
Del mismo modo, las bajas calificaciones también pueden deberse a una falta de interés o de motivación de las NNAJ en lo que están viendo en la escuela. O, inclusive, pueden ser resultado de situaciones de alarma relacionadas con su bienestar socioemocional. Por eso, es fundamental que, como familias, aprovechemos la información con la que contamos para identificar de qué manera podemos ayudar y acompañar mejor a las NNAJ en su proceso de desarrollo y no veamos las calificaciones como una única cifra que simplemente muestra si aprobaron o no.
Evaluación desde una perspectiva del sistema
En México, hasta ahora hemos contado con una larga trayectoria en materia de evaluaciones estandarizadas y sistémicas. Entre 2005 y 2014, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) fue responsable de los Exámenes de Calidad y Logro Educativo (EXCALE), que se aplicaban muestralmente; mientras que, desde 2006 a 2014, la Secretaría de Educación Pública (SEP) aplicó censalmente la Evaluación Nacional para el Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE) y entre 2015 y 2019 se encargó del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA). El INEE también fue responsable de la aplicación del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) de la OCDE y del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) de la UNESCO.
Desde 2022, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) ha sido responsable de las evaluaciones diagnósticas y el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) fue responsable de la implementación de PISA en México. Actualmente, en materia de educación y especialmente en evaluación educativa hay una gran incertidumbre. Primero, como resultado de la iniciativa del Ejecutivo para trasladar las funciones de Mejoredu a la SEP que, si bien ha dejado mucho que desear en su labor para proporcionar información sobre la calidad del sistema educativo nacional, su desaparición implicaría un retroceso pues ahora la SEP sería juez y parte en la evaluación de su propio desempeño. Segundo, porque aún se desconoce si México continuará o no participando en la prueba PISA, pues los preparativos para implementarla se han suspendido y las comunicaciones oficiales no han sido claras acerca del futuro de nuestra participación. Se trata, entonces, de un momento crucial para reconocer de qué nos sirve esta información a nivel sistema y cómo podemos aprovecharla mejor.
Si bien las evaluaciones estandarizadas y sistémicas han sido fuertemente criticadas por sus limitaciones, permiten obtener información sobre el desempeño académico de las y los estudiantes para nutrir las políticas, los programas y las estrategias para mejorar la calidad y la equidad de la educación en el país.
En particular, PISA no se limita a medir únicamente los conocimientos de los estudiantes de 15 años en áreas clave como matemáticas, lectura y ciencias. Esta prueba va más allá al evaluar también la capacidad de las y los estudiantes para aplicar esos conocimientos a situaciones complejas de la vida real. Es, entonces, un reflejo de la preparación que el sistema educativo ofrece a las NNAJ para enfrentar los desafíos del mundo actual.
Los resultados de México en PISA 2022 evidenciaron una disminución generalizada de las competencias adquiridas por los estudiantes, la cual fue una tendencia mundial resultante de la crisis educativa tras la pandemia de Covid-19. Los puntajes promedio de los países de la OCDE presentaron bajas de 15 puntos en matemáticas, 10 puntos en lectura y 2 puntos en ciencias. Mientras que en México la disminución fue de 14 puntos en matemáticas, 9 en ciencias y 5 en lectura. Estos resultados no fueron oficialmente bien recibidos por las autoridades educativas, sin embargo, revelan lo que ya se sabía: aún hay un gran trabajo por realizar.
Si bien los resultados de PISA no son útiles para tomar decisiones a nivel individual, sí sirven para identificar que la proporción de estudiantes por debajo del nivel mínimo aceptable de competencias y habilidades básicas ha aumentado en los últimos años. Esto es de preocupar pues implica que las y los jóvenes mexicanos no están siendo preparados para enfrentar los retos del siglo XXI. A quienes les estamos debiendo mucho para lograr sus metas a futuro es a ellas y ellos.
Las evaluaciones sistémicas internacionales permiten tener un punto comparativo para reconocer los avances y los retrocesos de un país al proporcionar resultados comparables en el tiempo. Y, también permiten identificar qué están haciendo en otros lugares para revertir la pérdida de aprendizajes y lograr mejoras en la calidad de la educación, como fue el caso de Singapur, Corea del Sur, Japón y Filipinas, que a pesar de la pandemia lograron mantener e incluso mejorar sus puntajes en PISA 2022.
Lejos de ignorar o descalificar los resultados de estas evaluaciones, es crucial aprovecharlos para formular políticas basadas en evidencia que aborden los retos prioritarios y mejoren la calidad y equidad de la educación. La participación de nuestro país en estas evaluaciones permite identificar las áreas de mayor oportunidad de nuestro sistema educativo, lo cual debe ser el punto de partida para un análisis robusto y para la formulación de políticas basadas en evidencia. Sólo así podremos asegurar que nuestras NNAJ tengan la preparación necesaria para los desafíos del siglo XXI.
Finalmente, en un momento de incertidumbre sobre el futuro de la evaluación educativa en México, es fundamental reconocer su importancia y utilizarla como una herramienta de mejora continua. Las evaluaciones son una oportunidad para repensar y revitalizar nuestras políticas educativas, aprovechando la información confiable y certera que proporcionan para guiar los cambios necesarios y asegurar una educación de calidad para todos. Al entender la evaluación como un proceso formativo, podremos empoderar a estudiantes, docentes y familias para que identifiquen áreas de oportunidad y se propongan nuevas metas de aprendizaje.

Fuentes:
Frola, P. y Velásquez, J. (2011). Competencias docentes para la evaluación cualitativa del aprendizaje. Centro de Investigación Educativa y Capacitación Institucional S.C. https://www.cbttequixquiac.edu.mx/library/jornadas/CUALITATIVA.pdf
Ley Leyva, N. V. y Espinoza Freire, E. E. (2021). “Características de la evaluación educativa en el proceso de aprendizaje”. Revista Universidad y Sociedad. 13(6), 363-370. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2218-36202021000600363
OCDE (2023). PISA 2022 Results (Volume I). The State of Learning and Equity in Education. https://doi.org/10.1787/53f23881-en