Habilidades humanas en la docencia: ¿quiénes forman nuevos agentes de cambio?
Ashoka comparte con HABLA este conversatorio sobre habilidades humanas en la docencia, entendidas como aquello que nos permite construir vínculos y relacionarnos con otras personas, trascendiendo la experiencia individual en un contexto, sociedad o comunidad determinada.
Este 2024 inició el tercer año de la alianza de Ashoka, Fundación MetLife y la Subsecretaría de Educación Media Superior del Estado de México, quienes organizaron el conversatorio titulado Reconociendo mis habilidades humanas y su importancia en la docencia, en un círculo de diálogo entre directivos, docentes y panelistas como Karina Gutiérrez Arellano, directora del Área de innovación educativa para la sostenibilidad en la Universidad del Medio Ambiente, Ramsés Gómez, consultor educativo y Admin Joser Ramírez Quintero, Territory Manager en PDA México, se marcó el avance por la meta hacia aumentar el número y compromiso de docentes y personas educadoras equipadas con herramientas y recursos para impulsar una educación para la agencia de cambio. Según las palabras de Carlos Alberto Salgado Treviño, Subsecretario de Educación Media Superior del Estado de México:
“La educación necesita un rediseño; debe centrarse en lo que necesitamos los humanos y no en enseñar como lo haría la inteligencia artificial, sino en enseñar aquello que la inteligencia artificial no puede hacer. Debemos enseñar y aprender con empatía y ganarnos la confianza; esos son los valores añadidos. Serán las habilidades humanas y emocionales las que llevarán a la educación a buen puerto.”
Habilidades humanas - ¿Qué son y qué se necesita para desarrollarlas?
“Al hablar de habilidades humanas, nos referimos a aquello que nos permite construir vínculos y relacionarnos con otras personas, trascendiendo la experiencia individual en un contexto, sociedad o comunidad determinada”. Karina Gutiérrez Arellano, directora del Área de innovación educativa para la sostenibilidad en la Universidad del Medio Ambiente, enfatizó la necesidad de definir estas habilidades y cómo es que fomentarlas impulsaría una educación más significativa para las generaciones actuales y del futuro.
“En la educación media superior, tenemos un propósito vinculado a nuestro perfil de egreso. Ese propósito implica el desarrollo de competencias que transformen a los estudiantes en individuos capaces de saber ser, hacer y tener experiencia a través de su propio aprendizaje”.
“El aprendizaje significativo no solo se relaciona con la utilidad, sino con la intención y la trascendencia, enfocándose en lo que es relevante para el contexto del alumno”.
Karina subrayó la importancia de entender las necesidades y prioridades de los estudiantes al crear experiencias educativas, destacando que el valor de lo aprendido radica en su relevancia y capacidad de trascender. Al poner al estudiante en el centro del proceso educativo, surge la cuestión de quién será su guía y apoyo en este viaje de aprendizaje.
Los docentes, a menudo sin darse cuenta, juegan un papel crucial al desarrollar y ejercitar habilidades humanas fundamentales que facilitan la creación de conexiones profundas. Estas habilidades, como la resiliencia, el liderazgo colaborativo, el pensamiento crítico y la creatividad, son esenciales para fomentar la innovación en la educación. Y la innovación, entendida como la creación de nuevos enfoques, demanda que los educadores se adapten y reinventen constantemente frente a los desafíos de un entorno cambiante.
Por eso, consideró ella, antes de reflexionar sobre las habilidades humanas que los docentes necesitan desarrollar, es crucial considerar quiénes son estos docentes en esencia, qué les motiva, qué les preocupa y qué les apasiona, ya que están dedicados a redefinir su vocación diariamente.
Por su parte, Ramsés Gómez, consultor educativo que fungió como director de Academia B en Sistema B Internacional señaló que “Más allá de la cultura y los contextos, se trata de cómo se llevan a cabo estas innovaciones. Quizás estemos lejos de contar con una gran infraestructura, pero disponemos de habilidades que nos permiten detonar mecanismos pedagógicos para formar a los nuevos ciudadanos que necesitamos para enfrentar los problemas planetarios y sociales actuales”.
Lo esencial, opinó Ramsés, “es la sensibilidad con la que formamos a las nuevas generaciones, con un espíritu de colaboración. Creo que esto influye en la manera en que diseñamos las rúbricas y en cómo reconocemos quién es exitoso.
Buenas prácticas educativas en habilidades humanas
Hemos dicho ya que las y los docentes son cruciales para pensar y repensar la educación. También es cierto que, en el periodo posterior a la crisis pandémica del COVID-19, el mundo pudo identificar mejor sus desafíos en todos los ámbitos, incluyendo el educativo. En el contexto de las experiencias y dificultades contemporáneas, ¿qué iniciativas concretas o buenas prácticas podrían servir de guía para integrar habilidades humanas en las aulas?
Ramsés percibe un cambio de paradigma en la manera en que enseñamos y vivimos. “¿Cómo transformamos la educación e instauramos un nuevo paradigma en cómo enseñamos y para qué enseñamos?”, se pregunta. “¿Cómo nos mostramos como personas en el aula? Invito a quienes están aquí a traer la humanidad al salón de clases. Sólo si nos mostramos vulnerables, honestos, resilientes e imperfectos, abriremos los espacios para que los alumnos también adquieran esas habilidades”.
No todo va de eso. “También enfrentamos realidades tristes y profundas, como el acoso, el bullying o la violencia extrema de género. Muchos de estos retos que enfrentamos en los espacios educativos son un reflejo de un estado de abandono total”, contrastó Ramsés, trayendo de vuelta la atención sobre el rol de los docentes en una educación transformadora.
“El mayor predictor para la salud mental de los adolescentes es contar o no con un adulto responsable en quien puedan depositar su confianza para contar algo personal. En muchas ocasiones, los maestros son ese único adulto”, comentó. “Mostrarse humanos modifica las estructuras, pero también es fundamental la autoridad, en el sentido de que tenemos la autoridad para elevar la calidad de la conversación, permitirles soñar y conectar con un sentido de propósito. Se necesitan nuevos liderazgos en los docentes para alcanzar las realidades que deseamos”.
Un docente que reconoce sus habilidades humanas se reconoce como persona que siente y, por lo tanto, que empatiza con otros, que tiene consciencia más allá de sí. Karina complementa: “Si deseamos compartir buenas prácticas, es crucial reconocer que los docentes necesitan prepararse no solo como educadores sino como personas que se cuidan a sí mismas, a los demás y al planeta, generando cambios positivos en lo social y ambiental”.
La alianza entre Ashoka y Fundación MetLife cuenta entre sus frutos la Guía de Buenas Prácticas Educativas, un compendio de más de cincuenta herramientas y metodologías disponibles para descarga gratuita. Esta facilidad alinea innovaciones en distintos niveles educativos a las cuatro habilidades transformadoras de Ashoka: Empatía, Trabajo colaborativo, Liderazgo compartido y Creatividad para solucionar problemas, cumpliendo además con criterios de interculturalidad, inclusión, personas al centro del aprendizaje, sostenibilidad y aprender a pensar por cuenta propia y en comunidad.
Usar las dificultades a favor
El mundo contemporáneo enfrenta dificultades y amenazas de todo tipo. ¿Cómo podemos aprovecharlas para fortalecer habilidades humanas en los docentes y, así, propiciar un cambio de paradigma hacia una educación humanista?
Los retos son diversos. La desinformación, el cambio climático, la ciberseguridad, la disparidad tecnológica y los conflictos armados, cinco de las más grandes amenazas identificadas por el Foro Económico Mundial, se suman al periodo crítico de formación de identidad de las y los estudiantes. “El estudiante que acompañamos como docentes está en pleno proceso de construcción de identidad, relaciones interpersonales e ideas propias. No podemos separar lo educativo de lo que sucede en el planeta y el mundo”, señala Karina.
Para enfrentar estos desafíos necesitamos aprender a pensar por cuenta propia y en comunidad, desarrollando distintos tipos de pensamiento. La pandemia nos ha confrontado con la pérdida de aprendizaje, afectando la movilidad social y la economía a largo plazo. Sin embargo, más allá de las amenazas, existen ricas oportunidades que debemos aprovechar. Para ello, es esencial colaborar con los docentes, escuchándolos y diseñando juntos, a partir de sus necesidades y potenciales, soluciones para enfrentar estos desafíos y vivir en un mundo digno, donde todas las vidas sean valoradas.
Ramsés reconoce que “hoy vemos la necesidad de formar una nueva generación de talento para una realidad que no existía hasta hace poco. Es urgente un nuevo tipo de talento que posea la sensibilidad para tomar decisiones que nos impacten positivamente a nivel ambiental y social”.
Ramsés destacó que el atraso educativo contribuye a ampliar la brecha de desigualdad entre alumnos de diversas instituciones educativas. Subrayó la importancia de intensificar nuestros esfuerzos para preparar a los estudiantes no solo para que sean competitivos, sino también para que contribuyan activamente a resolver los desafíos significativos de nuestra sociedad. Estos desafíos, señaló, son experimentados en primera persona por los estudiantes, en particular aquellos del sector público, quienes están más familiarizados con sus propias realidades que cualquier otro. En lugar de considerar a estos estudiantes meramente como víctimas de sus circunstancias, Ramsés propuso reconocer y potenciar su capacidad y sensibilidad para afrontar y solucionar sus desafíos.
La tarea es habilitar un sentido de posibilidad y proveer el apoyo necesario a través de conocimientos, herramientas y redes que les permitan aplicar y fomentar sus soluciones. Así, urge promover una educación que busque generar un impacto real, enfocándose no solo en la adquisición de conocimientos específicos, sino también en la creación de futuros espacios y realidades deseables.
Las 10 habilidades humanas potenciales en la educación media superior del Estado de México
¿Qué tan posible es identificar estas habilidades, su desarrollo individual y en equipos o bien, el beneficio que aporta a las instituciones? Admin Joser Ramírez Quintero, Territory Manager en PDA México, aportó el conocimiento basado en datos que avala científicamente la pertinencia de las habilidades humanas no sólo en el desarrollo docente, sino en cualquier organización.
Más de 400 personas dentro del sistema de Educación Media Superior participaron en una prueba en alianza con PDA (Personal Development Analysis). Esta herramienta tecnológica se utiliza para identificar comportamientos observables, tales como aptitudes y competencias, permitiendo evaluar su nivel de desarrollo y cómo pueden ser potenciados incluso a nivel organizacional.
"Conocer mejor a las personas nos permite empatizar con ellas y liderar de otra manera, con nuevas formas de crear comunidad", explicó Admin, apoyándose de los resultados de las pruebas.
De esta forma, las 10 habilidades humanas en potencial de desarrollo que PDA reconoció en el cuerpo directivo de los subsistemas de Educación Media Superior del Estado de México son:
Aprendizaje exponencial: Autogestiona su aprendizaje a través de herramientas digitales que amplían su campo de acción.
Desarrollo de personas: Implica un esfuerzo genuino por fomentar la formación, involucramiento y desarrollo de los demás, a partir de un apropiado análisis de sus necesidades y tomando en cuenta el contexto organizacional.
Iniciativa: Es la disposición a actuar de forma proactiva; implica la búsqueda de nuevas oportunidades, mejores formas de hacer las cosas o soluciones de problemas.
Innovación: Implica crear algo diferente o de vanguardia. Realizar cosas nuevas que mejoren el desempeño propio y/o de otros.
Liderazgo en equipo en red: Dirige y coordina equipos de trabajo distribuidos en red.
Resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad: La resiliencia es la capacidad de recuperar la positividad hacia uno mismo y los demás, para recuperarse después de un revés, una dificultad o un cambio inesperado.
Resolución de problemas y toma de decisiones: Capacidad de identificar y analizar la información relevante, obtener conclusiones, evaluar impacto y tomar decisiones consecuentes basadas en las alternativas establecidas.
Retroalimentación iterativa: Reflexionar acerca de la efectividad de las acciones realizadas en pos de ajustar y perfeccionar los comportamientos necesarios para alcanzar los objetivos actuales.
Sensibilidad interpersonal: Es la capacidad de interpretar y entender los pensamientos, la conducta, los sentimientos y las preocupaciones de las personas (pares, colaboradores o superiores) expresados de manera verbal y no verbal.
Trabajo en equipo y colaboración: Implica trabajar en colaboración con otros, formar parte de un grupo, trabajar juntos y tener un interés genuino por los demás como opuesto a hacerlo en forma individual o competitiva.
Estas 10 habilidades humanas son compatibles con los contextos pedagógicos planteados en las reformas educativas; también lo son con las habilidades transformadoras de Ashoka. Son similares a los que se prevén como las mejores destrezas para destacar en los empleos del futuro, según el Foro Económico Mundial, y son también parte de los conocimientos que distintas organizaciones internacionales, como la ONU a través de la Agenda 2030, reconocen como indispensables para activar el desarrollo y la paz sostenibles. Esto, sumado a la ya existente oferta de mejores prácticas educativas de Ashoka y MetLife, propone un camino prometedor para la educación en México.