Avances y retos de la educación en México: su impacto en la productividad laboral
Analizamos cómo México se enfernta a los retos en la educación para responder mejor a las demandas del mercado laboral, que precisan de la introducción de estándares de competencias y fortalecer la formación técnica para aumentar los bajos niveles de productividad, que no han aumentado durante los últimos 30 años contribuyen a la baja competitividad de México (BID 2014).
Durante los últimos 20 años, México ha alcanzado logros educativos importantes que han contribuido en la mejora de las habilidades de la fuerza laboral del país, incluyendo el aumento significativo en el número de años de escolaridad de la población, la adopción de un sistema de nacional de estándares de competencia laboral y de currículos basados en competencias, la introducción de instituciones regionales de educación superior con la capacidad de adaptarse a las necesidades de las industrias locales, y la generación de incentivos financieros y asistencia técnica para fomentar la inversión en la formación ofrecida a trabajadores activos y buscadores de empleo.
Estos logros han posicionado a México como uno de los pocos países de América Latina que ha establecido las bases para construir un marco sólido para el desarrollo de habilidades y el aprendizaje a lo largo de la vida. Sin embargo, a pesar de que México es la segunda mayor economía de América Latina y el Caribe (ALC) y la 14º a nivel global, y produce el 60% de todas las exportaciones de América Latina, solamente un pequeño porcentaje del PIB se concentra en empresas de muy alta productividad y la mayoría de los trabajadores tienen niveles de productividad muy bajos (el crecimiento anual promedio fue de 0.55% entre 2005 y 2012) (BID, 2014).
El rezago de México en sus niveles de productividad durante los últimos años ha generado un rezago global del PIB y del crecimiento del ingreso per cápita del país. La limitada generación de empleos de calidad y la persistencia de los bajos niveles salariales en México están relacionadas directamente con el problema de la calidad y productividad de la fuerza laboral.
¿En dónde se ubica el problema de la competitividad del sector productivo en México?
Este problema tiene su origen en las escuelas. Actualmente, un creciente número de jóvenes que ingresan a la fuerza laboral en México no poseen las habilidades requeridas por el sector productivo. Existe un desajuste significativo entre las habilidades que tienen los trabajadores y la demanda del sector productivo en México.
La formación para el trabajo comienza en la escuela, a partir de la educación media superior (EMS), e incluye programas de educación general y técnica, así como los centros de formación para el trabajo, que buscan ofrecer habilidades técnicas específicas y cognitivas de alto nivel para preparar a los jóvenes que no necesariamente continuarán hacia la educación superior y quienes recién se incorporarán a la fuerza laboral.
En México, la mayoría de estudiantes de EMS (60%) están inscritos en bachilleratos generales, mientras que 32% asisten a alguno de los subsistemas técnicos con una orientación sectorial (agricultura, industria o ciencias y tecnologías del mar), y el 8% asiste a escuelas semiautónomas de educación profesional técnica, como el CONALEP (BID, 2014). De acuerdo con el BID, los centros de educación profesional técnica han aumentado sus conexiones significativamente con el sector productivo, introduciendo programas innovadores como los trayectos técnicos, diseñados conjuntamente con empresas locales.
México ha progresado significativamente en el mejoramiento de la calidad y la alineación de su sistema de educación media superior con el sector productivo. Por ejemplo, a partir de mediados de la década de los 90, se implementó un modelo basado en competencias desde el desarrollo del sistema de certificación en estándares de competencias. Asimismo, la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) de 2007 puso en marcha un sistema de bachillerato nacional con un currículo común, y está trabajando con la industria privada para refinar las competencias técnicas y profesionales requeridas por el mercado de trabajo. Sin embargo, a pesar de estos avances, el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (CONOCER) no ha logrado asumir un rol de liderazgo o relevancia en el sector productivo del país. Los líderes de la industria han optado por crear sus propios estándares o utilizar estándares internacionales, en lugar de los estándares del CONOCER. Desde 2007, únicamente 35% de los estándares vigentes del CONOCER se han utilizado en actividades con fines productivos, hecho que genera cuestionamientos sobre la viabilidad de la institución (BID, 2014).
El sistema educativo mexicano ha tenido resultados positivos en cuanto a la expansión de la cobertura y el aumento de conexiones con el sector productivo, pero se requieren mayores niveles de inversión y una mejor asignación de recursos. México invierte en educación un porcentaje de su PIB prácticamente igual al de los otros países de la OCDE, pero esta cifra representa una inversión considerablemente menor por estudiante, debido al tamaño de su población. El país destina la mayor parte de sus recursos a los salarios de los docentes, lo que contrasta con la más alta proporción de estudiantes por maestro entre países de la OCDE.
La proporción de instituciones superiores que ofrecen servicios a las industrias es relativamente baja, en comparación con las universidades públicas más tradicionales que no ofrecen este tipo de asistencia técnica o servicios de investigación por honorarios. Para lograr un cambio estructural importante es necesario transformar la manera en que las escuelas enseñan para preparar mejor a los estudiantes de acuerdo al tipo de habilidades requeridas en el ámbito laboral.
Un aspecto importante del aprendizaje de los jóvenes y adultos son las preferencias y habilidades de las personas en cuanto a las carreras profesionales, y el acceso a información sobre los futuros puestos de trabajo (por ejemplo, tendencias salariales, desarrollo regional, etc.). El acceso a información confiable sobre el mercado laboral es determinante tanto para los jóvenes que deben tomar decisiones profesionales, como para los trabajadores que buscan mejorar sus habilidades y garantizar que adquieran las habilidades requeridas por el sector productivo.
¿Cómo aprenden los trabajadores fuera de la escuela?
La continuación de la educación y la formación no es algo común en México. Una vez que los jóvenes ingresan al mercado laboral, difícilmente reciben capacitación en sus lugares de trabajo.
Esto significa que una vez que abandonan la educación formal, los trabajadores no tienen acceso a nuevas oportunidades de aprendizaje, lo que repercute en la innovación y productividad de las empresas del país.
En México, la capacitación para los trabajadores activos ocurre principalmente a través de los centros públicos de formación para el trabajo, instituciones de educación media superior técnica e institutos de educación superior.
- Un programa de becas de formación en el puesto de trabajo para personas que buscan empleo, ofrecido por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), por medio de sus oficinas locales de empleo (originalmente conocido como PROBECAT, y que actualmente opera bajo el nombre de Bécate).
- Un programa orientado hacia el mejoramiento al interior de las empresas para la fuerza laboral, originalmente conocido como CIMO y posteriormente como PAC/PAP, que cofinancia asistencia técnica y formación con el fin de mejorar el desempeño global de los trabajadores y las propias empresas (BID 2014). Estos sistemas públicos, en combinación con un esfuerzo colectivo por aumentar las oportunidades de aprendizaje dentro del trabajo, podrían aumentar significativamente el nivel global de habilidades de los trabajadores activos en México.